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HUMEDALES Y CAMBIO CLIMáTICO

Humedales y cambio climático

Humedales y cambio climático

El 2 de febrero se conmemora el día Mundial de los Humedales, para destacar el rol fundamental que estos ecosistemas cumplen en la protección de la biodiversidad y la lucha contra el cambio climático.

Los Humedales son aquellos hábitats que se encuentran temporal o permanentemente inundados o saturados de agua. La misma puede ser tanto agua dulce como salada, derivando en diversos tipos de humedales como marismas, turberas, lagos, ríos, llanuras de inundación y pantanos (humedales continentales), así como marismas de agua salada, estuarios, manglares, lagunas litorales e incluso arrecifes de coral (humedales costeros) (Convención de los Humedales, 2023).

Los humedales son fundamentales para la protección de la biodiversidad. Esto se debe a que, pese a solo cubrir cerca del 6% de la superficie terrestre, el 40% de todas las especies vegetales y animales viven o se reproducen en ellos (ONU, 2022).

Asimismo, los humedales prestan servicios esenciales para las comunidades. Actúan como filtros y suministros de agua; ayudan a prevenir inundaciones, funcionando como esponjas frente a grandes lluvias y crecientes; proveen de una gran diversidad de recursos, desde alimentos y materiales hasta hierbas medicinales; son la primera línea de defensa frente a las tormentas y ayudan a proteger las líneas costeras.

Finalmente, los humedales son esenciales en la lucha contra el cambio climático. Son grandes sumideros de carbono, lo que ayuda a disminuir la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Al mismo tiempo, son fundamentales en la adaptación basada en ecosistemas, ayudando a prevenir y limitar diversos impactos del cambio climático, desde sequías e inundaciones, hasta fuertes tormentas y olas de calor.

· Los humedales almacenan más carbono que los bosques.
· Las turberas cubren el 3% de nuestro planeta pero
almacenan alrededor del 30% de todo el carbono en tierra. 
· Los humedales costeros, como los manglares, secuestran y
almacenan carbono hasta 55 veces más rápido que las selvas
tropicales.

Pese a su vital importancia, tanto en términos ambientales, como sociales, económicos y culturales, los humedales son hoy en día uno de los ecosistemas más amenazados del planeta. Se estima que más del 35% de los humedales se ha degradado o perdido desde 1970, desapareciendo a un ritmo tres veces más rápido que los bosques, y esta pérdida se está acelerando (Ramsar, 2023).


  • Una de cada tres especies de agua dulce y el 25% de todas las especies de los humedales están en peligro de extinción debido a la disminución de los humedales.
  • El 81% de las especies de humedales continentales y el 36% de las especies marinas y costeras han disminuido en los últimos 50 años.

La pérdida y degradación de los humedales tienen múltiples causas, desde cambios en el uso del suelo (urbanización, deforestación, rellenos, etc.), alteraciones en los ciclos y dinámicas del agua (por extracción, intercepción, desvíos, etc.), sobre explotación de sus recursos (pesca, extracción de maderas, quema de pasturas, etc.), contaminación (principalmente desechos agrícolas, industriales y domésticos), introducción de especies exóticas invasoras y el cambio climático.

En Argentina, a estas presiones se les suman los incendios forestales que sólo en 2022 arrasaron con más de 800 mil hectáreas en distintas provincias del país (Servicio Nacional del Manejo del Fuego & INTA, 2022). De acuerdo con el SNMF, el 95% de los incendios son provocados por la acción humana. En alguno de los casos, éstos se deben a la negligencia y falta de cuidado a la hora de desarrollar actividades en entornos naturales derivando en incendios accidentales. Sin embargo, en la mayoría de los casos, estos incendios son intencionales y están asociados tanto al sector agroganadero; donde el fuego se utiliza tanto para renovar los pastizales, para que estos rebroten al llegar la primavera, así como un medio para expandir la frontera agropecuaria; como a los terratenientes, quienes a raíz de los incendios pueden luego utilizar tierras que antes se encontraban protegidas. Estas circunstancias empeoran a raíz del cambio climático, facilitando la propagación de los incendios y dificultando su control.

En primer lugar, los impactos del cambio climático han llevado a aumentos en las temperaturas y con ello a modificaciones de los patrones de las precipitaciones. Esto ha derivado en la prolongación de los períodos de sequía, con temperaturas y vientos mayores a los habituales. En el caso de Santa Fe y Entre Ríos, donde se encuentra uno de los humedales más importantes del país, a estos factores se les suma una bajada histórica del Río Paraná, lo que exacerba la falta de agua en los ecosistemas y quita las barreras naturales, como cursos de agua e islas naturales, que en un contexto normal evitarían el avance y propagación del fuego. Estas condiciones producidas a causa del cambio climático no sólo son propicias para la propagación de los incendios (escasez de agua, fuertes vientos y altas temperaturas), sino que continuarán empeorando conforme no logremos estabilizar y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que generan este fenómeno (Pacheco, 2022).

Como podemos ver, la pérdida y degradación de los humedales representa una problemática compleja, con causas y consecuencias multidimensionales. Por este motivo, la coordinación entre diversos actores y niveles de gobierno, la concientización y el manejo responsable de estos ecosistemas, así como el cumplimiento de las normativas existentes – como la ley de bosques o la ley de manejo del fuego – y la formulación de nuevas leyes – como la ley de humedales – son elementos fundamentales para asegurar su protección.